'Tribilín', por Nicolás Samper

Carlos Valencia, un arquero que trabajó en silencio, jugó en Selección y partió este fin de semana.

Nicolás Samper, columnista invitado.

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Foto: Archivo Particular

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15 de mayo 2017 , 01:27 a. m.

Se paró en medio de los tres palos del arco norte en medio de esa oscuridad tan ochentera del Estadio El Campín, que era el primer reto que debía desafiar un arquero en esa época antes de pensar en las habilidades de los delanteros que tendría que enfrentar. Lo había convocado Efraín ‘Caimán’ Sánchez, que por esos tiempos era el DT fusible que aguantaba los chaparrones de la desorganización y el caos federativo mientras llegaba un nombre de peso a conducir las riendas del equipo nacional.

Era el único que no estaba vestido de zapote en aquel equipo: medias blancas, pantaloneta negra y buzo negro con verde su pinta. ‘Tribilín’ le decían por su parecido físico con la caricatura, pero se llamaba Carlos Valencia y era arquero.

La noche del 29 de agosto de 1984 le tocó a ‘Tribilín’ atajar un par de balones peligrosos y haciendo ojos chinos ante semejante penumbra del Campín, alcanzó a ver a lo lejos un gol de Prince a Pumpido y tres expulsiones argentinas. Fue una buena noche para él y para sus compañeros porque su nombre ya era parte de la historia. Él y sus compañeros eran los primeros colombianos capaces de derrotar a la selección Argentina de mayores en un partido de fútbol.

No era la primera vez de Valencia en selecciones nacionales: Eduardo Retat lo eligió como titular en el equipo olímpico que consiguió el cupo para Moscú 80. Viajó a Unión Soviética con la certeza de que iba a representar a su país y que eso sería un orgullo para su padre, que había fallecido poco antes. Esa fue su motivación.

Esa noche de 1984 contra los argentinos resultó ser un premio a su esfuerzo en años en los que las porterías de los arcos en Colombia eran propiedad exclusiva de argentinos, uruguayos y Pedro Zape. Y como se formó en el Deportivo Cali tuvo que probar los tres sabores de esa cuchara. Pero cuando le daban una “palomita” volaba de palo a palo y así se fue haciendo su propio nombre.

Se fue del Valle y anduvo dando vueltas, primero en Santa Marta, después en Ibagué y hasta por Venezuela se supo de su andar.

Una vez tuvo mala fortuna, porque tratando de hacer un saque de arco con la mano, terminó metiendo la pelota en su propia portería. Uno de esos autogoles que poco se ven pero no fue el único al que le pasó eso por esos años porque a Lorenzo Carrabs, porterazo que anda por Nacional, le ocurrió lo mismo. El recuerdo de esa jugada lo persiguió un tiempo pero él, acostumbrado a remar desde atrás y en silencio, hizo hasta lo imposible para hacer olvidar aquella tristeza. ¿Cómo? Con atajadas. Era su mejor arma.

Se retiró en silencio, igual que como había llegado. Y se dedicó a formar arqueros, a darles sus enseñanzas hasta que un día sintió una descarga en la cabeza y no supo más: duró 12 días más muerto que vivo por cuenta de un derrame cerebral y cuando se despertó entendió que debía aprender casi todo desde cero, incluso caminar y hablar. Callado y solo, ‘Tribilín’ en el 2006 empezó su propia pelea para volver a ser el de antes y lo consiguió.

Este fin de semana, ‘Tribilín’ se fue de este mundo en silencio, sin hacer ruido, como a él le gustaba.

Nicolás Samper
Columnista de Futbolred

Nicolás Samper, columnista invitado.

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Foto: Archivo Particular

Redacción Futbolred
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