¡Como le pegaste, 'Miñía'!

Pablo Armero y su triste imagen de hoy por sus problemas de violencia intrafamiliar. Qué pena.

Esteban Jaramillo, columnista invitado.

Esteban Jaramillo, columnista invitado.

Foto: Archivo ETCE

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02 de junio 2016 , 03:30 p. m.

Tensaba sus cuerdas vocales el reconocido narrador Javier Fernández, preso de la emoción, para contagiar con su canto de gol a un país desbordado, que empezaba un romance apasionado con la Selección Colombia de mayores.

Gol de Pablo Armero, el primero de una larga tanda con proezas del combinado nacional en el Mundial de Brasil 2014. ¡Como le pegaste “Miñía”!

No se presagiaba, en aquellos dulces días, con el pegajoso baile del “ras tas tas”, que Armero se vería involucrado en tristes episodios de violencia familiar, repetidos, censurados y castigados, pese a la maliciosa cortina con que se quisieron ocultar.

Ahora, en la antesala de la Copa América Centenario-2016, donde él debía tener protagonismo, ausente por su falta de actividad y ritmo de competencia, en la trastienda de las convocatorias del entrenador José Pékerman; Armero vive el episodio más triste de su vida como hombre público: vestido de naranja, rostro adusto, en una Corte Federal de Estados Unidos.

Entre tanto sus compañeros de faenas de Selección velan armas, ajustan líneas y aceitan el funcionamiento de un equipo favorito para ganar. Allí, debía estar. Tan cerca y tan lejos...

Armero pasó de la alegría en la Selección, en la que siempre fue protagonista y eje central, a la tristeza del escarnio público, por su injustificada conducta, con arremetida brutal en contra de la madre de sus hijos.

Mucho le costará borrar esta jugada de su memoria. Ha sido la peor, tan grave como la trampa en el juego, el racismo, la injusticia, o la impunidad. El laberinto en el que ha entrado su vida deportiva, con saltos sin calidad, de un club a otro, extraviada la ruta que lo consagró, hacen el presente de Pablo Armero, un capitulo para el olvido.

El repudio enérgico del pueblo que lo admiró es su castigo.

Engrosa el futbolista, la larga lista de sórdidas historias de otros deportistas, comprometidos en situaciones similares, en medio del rechazo general.

Siempre se esperaran sus feroces arrancadas, imponiendo autoridad con velocidad, sus asistencias para gol, sus amenazas en ataque, su presencia en la red y su alegría desbordada. Ese es el Armero que el pueblo quiere ver. Hay tiempo para demostrar, con agallas, el arrepentimiento exigido antes de que por hechos similares y repetidos se estropeen su carrera profesional y su vida personal.

Esteban Jaramillo Osorio
Especial para Futbolred
En Twitter: @oscarostos

Esteban Jaramillo, columnista invitado.

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Foto: Archivo ETCE

Redacción Futbolred
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