Revancha, por Jenny Gámez A.

Columna de opinión sobre Falcao y la clasificación de Colombia a Rusia 2018

Editora Futbolred

Editora Futbolred

Foto: Filiberto Pinzón

  • Enviar
  • Guardar
  • Comentar
11 de octubre 2017 , 03:02 p. m.

Lo vimos todos: caminó descalzo la cancha del estadio Nacional de Lima, le salió del alma el himno, les habló duro antes del pitazo a sus compañeros, no perdió jamás la vista del balón, no se permitió el más mínimo pestañeo. Sabía que era el único que no podía permitírselo, el único que, en caso de tragedia, no encontraría jamás la manera de perdonárselo.

Lo confesó al final, en medio de la fiesta: “Me perdí el Mundial y pasé dos años horribles, pero Dios me dio la esperanza para seguir adelante”. Y cuando dice adelante habla de Rusia, de su primer Mundial, de un sueño que era también el de muchos de nosotros, consciente o inconscientemente.

Él habla de mirar hacia adelante. Pero es mirando hacia atrás como se entiende su oculto deseo de revancha. Es recordando cómo, de pelo largo y sudadera oscura, grababa cada paso de su recuperación después de una grave lesión en el ligamento anterior cruzado de su pierna izquierda, que sufrió cuando no faltaban ni seis meses para el Mundial de Brasil 2014. Apuraba su terapia, afanaba a los médicos, provocaba una ola de apoyo que a la voz de #FuerzaTigre soñaba junto él que era un superhumano y le alcanzaría para llegar a la cita.

Y sabe Dios que era su momento. Venía de hacer 9 goles definitivos en los 13 partidos que pudo disputar y se quedó sin nada. Lo vimos tragando lágrimas en la rueda de prensa en la que anunció que no era de criptonita y que se bajaba del Mundial, de SU Mundial. Y muchos de los que aún creíamos cenamos lágrimas también aquella noche.

No era el epílogo de su carrera, aunque él mismo sospechó si. Vinieron años aciagos en Inglaterra, alternando entre aquellos que con pesar querían tenderle la mano y aquellos que pedían a gritos cerrarle la puerta. Los superó a todos a fuerza de una fe que -esa sí- tiene tintes de sobrenatural.

Falcao tiene tal fortaleza mental que supera a su propio cuerpo. No cree en el talento más que en el trabajo y es ahí donde radica su verdadero potencial. Lucha, corre, se sacrifica, se juega la vida.

Por eso en Lima, cuando saltó al cabezazo defensivo en un tiro de esquina a diez minutos de sellar por fin su clasificación a Rusia, lo hizo con rabia, con su fiereza habitual, gritando sin dudar: ¡esta vez la revancha es mía!

No somos pocos los que quisiéramos esconderlo ahora y volver a mostrarlo al mundo en junio de 2018. Que no lo miren, que no lo toquen, que nadie se atreva a amenazar su Mundial. Una pena que no sea fácil esconder al mejor delantero de Europa hoy, al hombre que en 15 remates a puerta marcó 14 veces, al Tigre de siempre al que recién ahora han vuelto a temer.

No tiene que decir que quiere revancha. Sobran las palabras cuando en la cancha habla su sacrificio. La fe lo llevará a Rusia. Y una vez allí se habrá cumplido un sueño. Pocas veces somos este país que somos cuando soñamos junto a Falcao. ¿Cómo no correr el riesgo de disfrutarlo?

@jennygameza

Editora de Futbolred

Editora Futbolred

Editora Futbolred

Foto: Filiberto Pinzón

Redacción Futbolred
Síguenos en nuestras redes
Comentar
Guardar

Recomendados

  • Premier League
  • Serie A
  • Liga de España
boton left
boton right