Parecía un buen fichaje, por Nicolás Samper

Este mercado de pases se ha caracterizado por la sobrevaloración de algunos futbolistas.

Nicolás Samper, columnista invitado.

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Foto: Archivo Particular

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16 de agosto 2017 , 09:00 a. m.

Abrir sus páginas es un viaje a la diversión. Y también al llegar a su última hoja, porque fue terminado de imprimir en un invierno del 2013, se siente que bastantes harán falta para hacer varios capítulos más, más ahora que el fútbol tuvo un cambio drástico el 13 de agosto de este año, día en el que Neymar, avaluado en 222 millones de euros, rompiera cualquier medida lógica sobre el valor de un sujeto que se dedica a pegarle a la pelota.

El libro, escrito por Miguel Gutiérrez, recopila -como en este país lo hiciera “Bestiario del balón”-, aquellos fichajes desastrosos de la liga española en las últimas dos décadas. Los nombres que aparecen son un ejercicio para hacerle jaque a la memoria propia, que parece cada vez más gastada por cuenta de las idioteces acumuladas todos los días.

Aparece el fichaje de Korneiev al Barcelona; y el de Chigrinskiy, aquel volante con pinta de vikingo que estaba cómodo en Donetsk jugando en el Shakhtar. También sale Stan Collymore, figura del Liverpool que en Oviedo fracasó estrepitosamente. Los colombianos también tienen su propio espacio: Congo, Rincón y el 'Tren' Valencia cuentan con capítulos aparte.

El récord de camisetas en el mundo, Sebastián Abreu y Sergio 'Manteca' Martínez, uruguayos y goleadores, mostraron su aridez en la Liga de España y se ganaron un lugar en el texto. Y la lista de nombres continúa.

Todo hoy es más costoso y todo es una inversión que parece sin medida: entonces ya uno no sabe si lo que se está pagando por un sujeto es una buena o mala inversión. O si uno, siendo dueño de un equipo de fútbol, tendría las agallas -o la profunda irresponsabilidad- de pagar unas sumas tan altas por hombres que por ahora muestran cosas pero que no se han consolidado del todo.

El Manchester City, por ejemplo: pagar 114 millones de euros por dos laterales y 40 más por un arquero suena a exceso. Mendy, figura del Mónaco, Kyle Walker, destacadísimo en Tottenham y Ederson, buen portero del Benfica, suman ese costo. No son malos, obvio, juegan bien, pero es difícil pensar que ellos individualmente puedan cambiar el destino de un partido de fútbol. En pocas palabras ninguno es Neymar -que ha ganado casi todo lo que ha jugado, que a los 20 años llevaba cerca de 200 goles con Santos y que además fue capaz de echarse encima el único trofeo que le faltaba a la CBF, es decir, la medalla de oro de los Juegos Olímpicos-.

Ahora apareció Paulinho, buen jugador en China, rescatado por Tité para su selección luego de que el volante se estrellara contra el mundo en Londres vistiendo la camiseta del Tottenham. 40 millones de euros -dicen que fue una chisga- para que se fuera a Barcelona. Ni hablar de Mbappé, por ahora impecable en condiciones y estrella del sorprendente Mónaco. Es de esos tipos que uno espera que siempre juegue como lo hace actualmente. Vale 180 millones que pagan su talento y la incertidumbre de su consolidación definitiva.

¿Les va a ir bien? Eso será imposible saberlo hasta que recorran un tramo largo con un club plagado de responsabilidades y deberes. ¿Y si les va mal, como le puede ocurrir a cualquiera? Serán culpables porque sin quererlo, pagarán un triple infierno: el de su valor, el de su depreciación y el de su fracaso personal.

Las alzas del mercado y los fiascos naturales de cualquiera en su carrera podrán nutrir una nueva edición del libro de Miguel Gutiérrez en esta década. Seguro que sí. Y nadie estará allí al lado de los que mordieron el césped para darles una mano en el mal momento.

Así como pintan las cosas, puede ser la etapa más cruel del fútbol en su historia.

Nicolás Samper
@udsnoexisten

Nicolás Samper, columnista invitado.

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Foto: Archivo Particular

Redacción Futbolred
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