El rescate del clásico... O final cardíaco, por Esteban Jaramillo

Opinión sobre la gran final del fútbol colombiano, entre Millonarios y Santa Fe.

Esteban Jaramillo, columnista invitado.

Esteban Jaramillo, columnista invitado.

Foto: Archivo ETCE

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11 de diciembre 2017 , 01:01 p. m.

Llegaron Millonarios y Santa Fe a la final por la seriedad de su trabajo. Porque no se confundieron con las compras ostentosas de los rivales, le dieron firmeza a sus proyectos y se aislaron de escándalos. Porque prefirieron la eficiencia sobre la estética y fueron inmunes frente a los favoritismos desbordados que originaron los medios, tentados por la creencia de que las chequeras siempre fabrican campeones. Dinero sin ideas es fracaso.

Santa Fe por sus convicciones, por su circulo íntimo al que le dio salud. Por su vestuario. Por el liderazgo de Cesar Pastrana, siempre valorado, y el aporte serio de Gregorio Pérez que identificó su estilo y encontró interpretes, sin figuras. Si hasta Daniel Roa, un gregario, regalo un golazo delicioso y decisivo, para el deleite de su hinchada en el acceso a la final. Por la “ bendición de la pelota quieta”, a la que le apuestan todos y que siempre es un refugio.

Porque no se dejó arrastrar por el vedetismo. Por su rabiosa táctica destructiva, con pocos desmayos.
Millonarios con ambiciones consolidadas y paso firme. Porque sus jugadores no se dejaron enceguecer por el relumbrón de los flashes y no se creyeron estrellas. Equipo humilde. Porque las debilidades en marca las sobrellevó con elaboración de juego, sin un creativo clásico y sus victorias no fueron episodios aislados sino la consecuencia de la continuidad con crecimiento. Por su presidente Camacho. Por Miguel Russo que apostó a la cantera y mezclo jóvenes valores con expertos y veteranos, para conectar líneas con pases y evitar sufrimientos.
Final apasionante.

Santa Fe con sus rasgos, que lo identifican: Presión y resguardo en el control de los espacios. Millonarios con movimientos calculados desde el control de la pelota.

Ambos, con ritmo sostenido. Sin dar tregua. Con hinchadas en vehemente fidelidad que maduran título.
El reencuentro de los viejos clásicos que el marketing transformó con el tiempo, en duelos pasionales y regionales, con desbordes volcánicos de los inadaptados.

Final con dos sólidos equipos, que supieron en su momento arremangarse y reconstruirse. Choque de trenes sin perfume. Las estrellas cotizadas en el mercado hace rato se marcharon, pero quedaron obreros que saben de sudores, de entrega y sacrificio. Final inédita, cardíaca y sin pronósticos.

Esteban Jaramillo, columnista invitado.

Esteban Jaramillo, columnista invitado.

Foto: Archivo ETCE

Redacción Futbolred
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