Selección castrochavista, por Nicolás Samper

Columna de opinión sobre el momento de la Selección Colombia.

Nicolás Samper, columnista invitado.

Nicolás Samper, columnista invitado.

Foto: Archivo Particular

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17 de octubre 2017 , 07:33 a. m.

A veces todo se puede tornar muy peligroso si se habla sin contar con pruebas. Es un poco el ritmo de estos tiempos en los que las redes sociales dejan que las calenturas internas broten sin filtro alguno. Eso le pasó a Juan Carlos Pastrana hace un par de días con un tuit que escribió. En su pequeña diatriba de 140 caracteres mezcló el fútbol y su papel opositor en el gobierno de hoy. Decía así: “Pékerman, arreglando partidos antideportiva e ilegalmente, es el reflejo de la corrupción en que han sumido a Colombia Santos y las Farc”.

La alusión, entendería uno, tiene que ver con los famosos minutos de no agresión entre las selecciones de Perú y Colombia en el último encuentro de eliminatorias rumbo al mundial 2018. Lo que uno no entiende -o al menos yo- es qué tiene que ver una cosa con la otra. ¿Por qué hacer esa mezcla tan dañina entre crítica gubernamental usando como escudo de batalla a la selección de un país sin que ninguna de las dos tengan una relación entre sí? ¿Por qué ir lanza en ristre relacionando una circunstancia futbolera que se ha dado hoy y siempre con un hecho puntual supuestamente causado por el gobierno?

Peligrosísimo eso. Y demagógico además. Porque ante esa afirmación se pone en duda la honorabilidad del entrenador y de los futbolistas y hay gente que compra esas versiones, esas postverdades. Si en realidad eso fuera verdad, el señor Pastrana debería aportar las pruebas contundentes en las que demuestre esa clase de “arreglos ilegales” de los que él habla. No contento con eso siguió con sus trinos malintencionados. Escribió poco después, respondiéndole a un tuitero por su primera afirmación: “¿Que un técnico que gana tres millones de dólares al año se compre abiertamente un partido de clasificación le parece poco?

Si el señor Pastrana cuenta con las pruebas suficientes -tendría formas de conseguirlas porque él durante años fue director del diario “La prensa”, es decir, podría tener fuentes que le ayuden a sustentar eso- de que se compró abiertamente ese partido, que las muestre. ¿A quién se les pagó para obtener el resultado? ¿Quién giró la plata? Pero obvio, como pasa en este país tan acostumbrado a despotricar y a trinar sin pensar, al final todo se acaba y pasó de agache tanta revelación sin fundamento. Simplemente esas frases se convirtieron en una manera de llamar la atención no sé con qué fin.

Que no se esté de acuerdo con las posiciones de un gobierno, está bien. La oposición es válida y sana. Pero tomar un hecho aislado y quererlo pegar con babas para disparar munición gruesa hacia el gobierno es de mala fe porque se está desprestigiando a un montón de gente que nada tiene que ver con esas disputas de poder. Y eso me lleva a una conclusión: del único Pastrana que he aprendido cosas buenas es de Eutimio, el personaje de ficción de la serie “Don Chinche”.

PD: aunque llevamos el mismo apellido, no tengo nada que ver con Ernesto o su familia. Hago la aclaración porque no falta el que diga que es mi tío y que desde esta tribuna estoy defendiendo intereses personales por la ya conocida disputa de años entre Ernesto Samper y Andrés Pastrana.

Nicolás Samper, columnista invitado.

Nicolás Samper, columnista invitado.

Foto: Archivo Particular

Redacción Futbolred
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