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Columna de opinión sobre la dirección técnica del Junior de Barranquilla.

Nicolás Samper

Columnista Futbolred

Foto: A. particular

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11 de abril 2018 , 09:15 p. m.

Junior de Barranquilla. ¿Cómo entenderlo? Que sus hinchas me expliquen porque desde afuera uno puede tener percepciones diferentes. De hecho algunos de sus más grandes fanáticos también son capaces de fruncir el ceño en el momento que se dan decisiones como las de ayer. Es un laberinto de esos que salían en los periódicos y en el que al llegar al centro mientras uno va trazando la línea imaginaria con el dedo antes de intervenir el papel donde está el laberinto con un bolígrafo, siempre va a estar la cara de Julio Comesaña y Miguel Ángel López.

Tienen méritos ambos para que su vida esté ligada, como si fueran ordenadas cadenas de ADN, al club más amado de la Costa Atlántica. Porque yo me acuerdo mucho de aquel Junior del 91, que fue una versión hermosa de fútbol que después se concretaría bien en 1993 y esa formación era conducida por Julio Comesaña con su voz ronca y su pelo blanco desde siempre. Equipazo era ese. Tremendo. La cuerda de esa nómina se detuvo en el José Amalfitani después de un penal que se fue contra el vertical y que frustró el arribo del Junior a la gran final de la Copa Libertadores de América.

Y el zurdo, siempre querido también en Barranquilla. Ha estado muchísimas veces al frente del barco pero apenas pudo concretar un título. ¡Pero qué título! Fue el del 2004, con camiseta de entrenamiento y viéndose ahogado por culpa de Nacional, que lo estaba destruyendo 5-1 en el campo y le hacía ver la diferencia inicial de la final de ida (3-0) como exigua, hasta que apareció desde el banquillo el largo Walter Ribonetto para forzar penales. Pero ese gol del argentino fue ser campeón antes de iniciar la serie desde el punto blanco en el ámbito anímico.

Y es como si los directivos nunca pudieran zafarse de esa sombra gloriosa porque cada vez que hay una emergencia acuden a ambos, no importa qué se venga encima. Es un ciclo que nunca terminará de cerrarse.

Nadie sabe si finalmente vuelva Comesaña, aunque dicen que es lo más probable, más allá de que él, desde Uruguay, diga que está tranquilo. Porque también se siente que tanto el zurdo como Comesaña están siempre pendientes del equipo en las buenas y también cuando llegan noticias malas.

Pero ese torbellino a veces suele ser perjudicial. Alexis Mendoza -integrante de aquel equipazo del 93- sí que lo puede decir en carne propia: en el 2016 fue dos veces subcampeón y ganó la Copa Colombia en su primer ciclo y se fue porque el máximo accionista Fuad Char quiso hablar por él. Le reveló a la prensa que Mendoza le habría dicho que no le gustaba Teo Gutiérrez porque era “complicado”. En su segunda campaña el Junior va de tercero y aunque no arrancó bien la Libertadores tiene cuatro partidos todavía pensando en revertir las cosas.

No se entiende bien el escenario del pobre Mendoza: llegar a la casa a decirle a la mujer que a uno lo sacaron del puesto por ir de tercero, a dos puntos del segundo y a cinco del primero. Rarísimo.

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