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Reventa de boletas, caos, puños y patadas para el juego Colombia-Chile
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Reventa de boletas, caos, puños y patadas para el juego Colombia-Chile

Hay un cartel de revendores en Barranquilla, denuncia Ricardo Ossa. Caótico primer día de preventa.

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18 de septiembre 2013 , 04:35 p. m.

Como un cartel de revendedores calificó Ricardo Ossa, presidente de la firma Ossa y Asociados, al 90 por ciento de las personas que ocuparon los puestos de privilegio frente a los expendios de boletas para el partido por las eliminatorias mundiales de fútbol entre Colombia y Chile, del próximo 11 de octubre.

"Miren sus caras. No es gente de Barranquilla. Son personas de Bogotá, Cali, Medellín y Bucaramanga que se unieron para quedarse con las boletas", dijo a este diario el funcionario de la única empresa avalada por la Federación Colombiana de Fútbol para vender los tiquetes de ingreso a los partidos de las eliminatorias.

Desde la noche del domingo, en el coliseo Elías Chegwin como en la oficina de Ossa y Asociados, al menos dos centenares de personas se ubicaron frente a las ventanillas, a pesar que las ventas solo comenzaron la mañana de este miércoles, con cuatro taquillas en cada sitio.

"Son revendedores en el 90 por ciento y llegan de cualquier lado. Eso de que tenían fichas de turnos es algo que se lo inventaron, nosotros no hemos dado ninguna ficha. Nada tenemos que ver con eso de estos bandidos", agregó.

En efecto, personas que desde el domingo durmieron frente a la oficina de la empresa y expendio exhibieron fichas de color azul y dijeron que era el turno para la venta entregada por el operador.

"Quisimos brindar la boletería únicamente para Barranquilla, era una forma de brindarle un agradecimiento a la ciudad, pero eso no lo será lamentablemente porque los revendedores se quedarán con las entradas. Este es un cartel: hay la persona que pone el dinero y el muchacho o que hace el turno en la fila durante varios días y compra la boleta de entrada".

Ossa informó que él mismo solicitó la presencia de la Policía, en especial del Esmad. 300 agentes de policías trataban de imponer el orden al mediodía de este miércoles en el coliseo Elías Chegwin y 190 en la oficina de Ossa.

"La venta se hará hasta las seis de la tarde y puede haber 10 mil personas en filas que no se venderá una sola después de esa hora. Y ojo, solo entregamos una orden para reclamar la boleta física la semana del partidos. Después vendrá la falsificación".

Según Ossa se pondrán a disposición cerca de 15 mil boletas, las de occidente y oriente en su oficina; y las de norte y sur en el coliseo. Antes, por Internet, se vendieron 12 mil, 3.500 de ellas en Barranquilla, de acuerdo a los cómputos de la empresa.

"Nosotros tenemos compromisos con los patrocinadores, con los jugadores, incluso con Chile, a través de las agencias de ese país, Mundotour y StarTravel, y del consulado chileno en Bogotá, y entregaremos 1.500 boletas a los visitantes".

El partido Colombia-Chile, último en el estadio metropolitano Roberto Meléndez, podría entregarle a Colombia la clasificación a Brasil-2014, tras 16 años de ausencia en un mundial de fútbol de mayores.

Caos, puños y patadas

No era una lucha apta para cualquiera. Quien aspirara a adquirir una boleta para el partido de eliminatoria entre Colombia y Chile tenía que estar dispuesto a aguantar sol, calor, lluvia, hambre, sueño, mosquitos, sudor, fuertes olores, empujones, estrujones, gritos y hasta peleas. Real y lamentablemente eran duras de comprar.

La preventa de entradas se inició este miércoles a partir de las 9:05 a.m., en medio del caos incitado por el desespero y falta de cultura de muchas personas, y, especialmente, por la marrullería de los revendedores y sus calanchines, que pululaban en los alrededores de los dos únicos expendios dispuestos, el coliseo Elías Chegwin (donde se vendían los tiquetes de sur y norte) y la oficina de Ossa y Asociados (oriental y occidental).

En las afueras del coliseo de deportes se presentó el mayor desorden. Sobre todo a medida que las personas se acercaban a la taquilla. Interminables colas, apretados tumultos, vivos colándose en las filas o vendiendo puestos, discusiones, conatos de bronca, barandas que se caían y hasta un sujeto amenazando con un arma blanca (que fue detenido por la Policía), se vieron durante la búsqueda de las boletas.

Aunque la preventa se abrió este miércoles en la mañana, el maratónico proceso comenzó desde la noche del domingo, cuando una buena cantidad de personas decidió acampar en las afueras de los dos puntos de distribución. En el Parque Tomás Suri Salcedo se tomaron las zonas verdes para dormir y hacer sus necesidades fisiológicas.

La Policía desplegó un operativo con 100 hombres, en un principio, pero ante la magnitud de la situación, cada vez con más público y lío, se elevó la cantidad de uniformados a 300.

El subcomandante de la Policía Metropolitana, el coronel Gonzalo Carrero, organizó a parte de la fila a punta de indicaciones a través de megáfono.

Llamó a los presentes al orden, a respetar los puestos y a denunciar a los que intentaban colarse. Con la ayuda de sus subalternos pudo estabilizar la situación y excluir a algunos que se quisieron pasar de astutos.

Una mujer, primera compradora

El proceso de adquisición de boletas no fue el más decente y caballeroso. Sin embargo, una mujer, la barranquillera Margarita Walteros, fue la primera en comprar una entrada en las taquillas del Coliseo el Elías Chegwin.

“Llevo tres días aquí, con lluvia, truenos, relámpagos y sol, con empujones y sacrificio, pero valió la pena”, dijo Walteros con un rostro sonriente y orgulloso.

Bañada en sudor y con notable cansancio, Margarita compró cuatro boletas, que es lo máximo que se vende por persona. Ella fue la ganadora inicial de la batalla, pero la lucha por la boletica continuó durante todo el día.

La kilométrica cola no se movió de la forma más rápida y a medida que avanzaban los minutos la gente perdía la paciencia.

Solo cinco personas accedían al mismo tiempo hacia la taquilla. Debían portar la cédula y pagar en efectivo. Eso era lo más fácil después de un calvario con puño, patadas y caos.

Estewil Quesada Fernández                                                       Rafael Castillo Vizcaíno
Redactor de EL TIEMPO                                                              Redactor de ADN
Barranquilla                                                                                   Barranquilla

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