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Diseñado para conquistar Europa, Chelsea envejece sin lograr su sueño
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Diseñado para conquistar Europa, Chelsea envejece sin lograr su sueño

El conjunto inglés aspira a lograr su primer título de 'Champions' y ahora se medirá con Benfica.

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16 de marzo 2012 , 04:11 a. m.

Cuando el multimillonario ruso Román Abramóvich compró el Chelsea hace nueve años su principal aspiración era alcanzar la cima del fútbol europeo a base de talonario, un objetivo en el que sigue empeñado a pesar de que la plantilla "blue" es cada vez más veterana.    

El equipo londinense, que ha evitado acometer una renovación profunda en los últimos años, pasa penurias esta temporada tanto en la liga inglesa, donde está por el momento fuera de los puestos de Champions, como en Europa, donde ha sufrido para llegar hasta los cuartos de la Liga de Campeones.    

Aún así, se ha plantado en una eliminatoria que jugará contra el Benfica portugués y que, si superara, le llevaría a una semifinal contra el ganador del choque entre el Milán y el Barcelona, la bestia negra de los londinenses en el torneo.    

En las rondas anteriores, los "blues" superaron primero la fase de grupos en un último partido a vida o muerte con el Valencia y remontaron después en la vuelta de octavos la severa derrota que cosecharon en Nápoles (3-1).    

Abramóvich tiene fama en Londres de ser poco paciente y la falta de resultados de su equipo le ha llevado a tirar por la borda el proyecto a largo plazo del joven técnico André Villas-Boas tan solo ocho meses después de contratarlo.    

El hasta ahora segundo del portugués, el italiano Roberto di Matteo, que cuenta con el beneplácito de hombres fuertes del vestuario como John Terry, Didier Drogba y Ashley Cole, dirige desde el 5 de marzo el banquillo de Stamford Bridge, un estadio que recuerda con nostalgia los éxitos logrados hace siete años con el ahora madridista José Mourinho.    

El núcleo duro de la plantilla "blue", formado por jugadores que rondan la treintena, demostró su poder al revelarse contra Vilas-Boas, destituido apenas dos semanas después de que se filtraran a los medios informaciones sobre el descontento de los jugadores con su forma de dirigir el vestuario.    

Desde la marcha del joven discípulo de Mourinho, el Chelsea ha ganado los tres partidos que ha disputado y ha puesto fin a una racha en la que solo había firmado una victoria en siete encuentros.    

El club ha moderado su inversión esta última temporada y los fichajes se han limitado a jugadores de equipo como el español Juan Mata y el portugués Raul Meireles, además de la incorporación del delantero inglés Daniel Sturridge, que estaba cedido al Bolton.    

La última estrella que contrató el oligarca ruso fue Fernando Torres, en enero de 2011, cuando el madrileño deslumbraba en el Liverpool y su cotización había ascendido hasta los 50 millones de libras (59 millones de euros), el entonces sexto traspaso más caro de la historia del fútbol.    

El delantero no ha dado el resultado que esperaban en Londres y tan solo ha marcado cinco goles en más de un año, muy por debajo de las expectativas del magnate ruso que, según los medios ingleses, ha perdido parte de la ilusión por el fútbol que le dominaba en 2003 y ahora está más interesado en asuntos como los yates de lujo y las subastas de arte contemporáneo.    

Abramóvich conserva, aún así, el sueño de levantar la Liga de Campeones y, por el momento, tan solo dos eliminatorias separan a su Chelsea de una nueva final continental.    

Los aficionados "blues" estuvieron a punto de saborear la gloria en 2008, cuando se plantaron en una final de Champions que se terminó llevando el Manchester United en la tanda de penaltis, después de que un resbalón de Terry cuando iba a lanzar su pena máxima comprometiera las opciones del Chelsea.    

Ese fue el momento en el que el equipo londinense ha estado más cerca de hacerse con una competición en la que parte cada temporada como uno de los máximo favoritos pero en la que, hasta el momento, se han interpuesto en su camino conjuntos como el Barcelona, el Liverpol y el Inter de Milán. 

EFE    

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