Opinión

De Manchester a Chapecoense, por Nicolás Samper

Columna de opinión sobre la actualidad del fútbol internacional.

08 de febrero 2018, 09:01 a. m.
Abrió los brazos cuando la cámara apuntó directamente a su figura. Su nombre -después del revuelo lo conocimos- es Nicolás Correa, hincha de Nacional de Uruguay, que viajó a ver a su club disputar un juego de Copa Libertadores ante Chapecoense. Fue ahí que se sintió libre y entendió bien aquello de los 15 minutos de infamia. Con sus manos y sus brazos simulaba el vuelo de un avión que de pronto se iba a pique en clara alusión al accidente que vivió el equipo brasileño y que aún lo ha condenado a la más profunda de las tristezas.
Chapecoense todavía lucha para que Nacional sea expulsado de la Libertadores por el acto de irrespeto. Correa, que luego ofreció disculpas, fue expulsado como socio y probablemente no pueda volver a demostrar sus pésimas dotes humorísticas en ninguna gradería de cualquier estadio de Uruguay, lugar en el que ya es visto con malos ojos y el mundo, a propósoito del despropósito, se enfrentó de nuevo a la tarde trágica de Múnich.
Es que ya han pasado 60 años desde que ese triste listado que integran Alianza Lima, The Strongest, Green Cross y la selección de Zambia tuvo como uno de sus integrantes al Manchester United, un club que debió enfrentarse al peor de los escenarios cuando estaba preparando a toda su tropa con el fin de reinar en Inglaterra. Y aquel accidente fue capaz de frenar todo un proyecto de ciudad.
Venían de Belgrado, tras disputar un juego de Copa de Campeones de Europa y la generación destinada a dominar -eso decían aquellos que sabían de fútbol por esos tiempos- y luego de varios intentos de despegue, el Airspeed Ambassador que llevaba al grupo hacia Inglaterra no consiguió tomar vuelo. Sus alas, pesadas por cuenta de la generosa nieve que cayó en el aeropuerto y la densa capa de lodo que hacía que las ruedas del avión no rodaran con la fuerza necesaria para el decolaje fueron las que causaron el desastre. Murieron casi todos. Duncan Edwards, el juvenil símbolo del United, sobrevivió pero su cuerpo antes vital, no soportó las quemaduras.
Matt Busby y Bobby Charlton, heridos de gravedad, pudieron contar el cuento y reconstruir al Manchester United, tanto que 10 años después el equipo era el rey del mundo.
Nicolás Correa debió saber esta historia y las demás. Y respetar la que él pudo ver por TV con el Chapecoense a ver si así también se animaba a jugar de idiota.
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